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lunes, 22 de noviembre de 2021

Resumen: XVIII Café Filosófico Virtual: "¿Existe dios?"


 ** Aviso ** Esto es un resumen de la actividad. Puede contener equívocos y algunos comentarios o aportaciones que se hicieron pero que no se se recopilaron.

 Nuestro Café Filosófico número 18 comenzó con las presentaciones oportunas a las nuevas personas y realizando un ejercicio reflexivo que ya tenían en sus emails los y las participantes. El ejercicio consistía en elegir la palabra más adecuada a una cita. Los resultado y las citas fueron estas. 

Tras este ejercicio pasamos a comentar los siguientes textos desde donde reflexionamos si existe o no una espiritualidad, si necesitamoso es imprescindible la existencia de un dios, si la pregunta de la que partimos está ya condicionada a la negación de una multiplicidad de dioses o diosas o si algunos de los autores que veremos tienen una escritura poética, aunque tramposa.



1.El dios de los filósofos

La Cuestión Filosófica de Dios. En él denota que la filosofía, desde sus orígenes ha mostrado la constante pregunta por ese Ser Absoluto que en sí mismo no debe su ser a otro y a su vez es causa de todo cuanto existe. Pascal, más en la línea socrática anteriormente citada, decía: “el último paso de la razón es reconocer que hay un número infinito de cosas que la superan” (Pascal, B.: Pensamientos. Madrid: Rialp, 2014, pp.24). Ante la panorámica que representa la Teología filosófica, cuyo objeto es verificar si Dios es algo más que un concepto creado por la especulación, así como en caso afirmativo, explicar cómo es, el ensayo refleja una exhaustiva aproximación al pensamiento de Tomás de Aquino, quien profundizó de forma incisiva en esta cuestión. Inicialmente, el napolitano expuso que nuestro conocimiento racional de Dios dispone de tres características, a saber, siempre será imperfecto puesto que el ser humano es a su vez imperfecto; la única forma de aproximación a Dios es por analogías, pues Dios nos supera tanto que es ésta la única forma de aproximación racional a Él; y en tercer lugar, dicho conocimiento de Dios será negativo, ya que conocemos mejor lo que no es que lo que positivamente es. Tomás de Aquino responde afirmativamente a la cuestión sobre Dios, proponiendo el argumento de <<las cinco vías>>, las cuales conducen a la afirmación de Dios partiendo de datos de experiencia metafísica, en suma es posible indicar que las pruebas tomistas muestran a Dios como causa invisible de efectos visibles, pero que sin esa causa ni serían, ni serían visibles.


2.Es imposible entender a dios, debemos intuirlo

«No busques fuera de ti…; entra en ti mismo; la verdad se encuentra en el interior del alma humana; y si hallas que tu naturaleza es mudable, trasciéndete también a ti mismo. Ten en cuenta, empero, que al trascenderte tú mismo, trasciendes el alma que razona, de modo que el término de la trascendencia debe ser el principio donde se enciende la luz misma del raciocinio. En efecto, ¿a dónde llega un buen razonador, si no es a la verdad? La verdad no es algo que se construya poco a poco, a medida que avanza el razonamiento; constituye, en cambio, un término prefijado, una meta en la que uno se detiene después de haber razonado. En ese punto, un perfecto acuerdo final sirve de conclusión a todo; converge con él. Persuádete de que tú no eres la verdad; ésta no se busca a sí misma; eres tú, algo distinto de ella, el que la busca –con el afecto del alma, por supuesto, y no en el espacio sensible–.» Agustín de Hipona

3.Las cinco vías de la existencia (empírica) de Dios

«La primera y más clara se funda en el movimiento. Es innegable, y consta por el testimonio de los sentidos, que en el mundo hay cosas que se mueven. Pues bien, todo lo que se mueve es movido por otro, ya que nada se mueve mas que en cuanto esta en potencia respecto a aquello para lo que se mueve. En cambio, mover requiere estar en acto, ya que mover no es otra cosa que hacer pasar algo de la potencia al acto, y esto no puede hacerlo más que lo que está en acto, a la manera como lo caliente en acto, v. gr., el fuego hace que un leño, que está caliente en potencia, pase a estar caliente en acto. Ahora bien, no es posible que una misma cosa esté, a la vez, en acto y en potencia respecto a lo mismo, sino respecto a cosas diversas: lo que, v. gr., es caliente en acto, no puede ser caliente en potencia, sino que en potencia es, a la vez frío. Es, pues, imposible que una cosa sea por lo mismo y de la misma manera motor y móvil, como también lo es que se mueva a sí misma. Por consiguiente, todo lo que se mueve es movido por otro. Pero, si lo que mueve a otro es, a su vez, movido, es necesario que lo mueva un tercero, ya éste otro. Mas no se puede seguir indefinidamente, porque así no habría un primer motor y, por consiguiente, no habría motor alguno, pues los motores intermedios no mueven más que en virtud del movimiento que reciben del primero, lo mismo que un bastón nada mueve si no lo impulsa la mano. Por consiguiente, es necesario llegar a un primer motor que no sea movido por nadie, y éste es el que todos entienden por Dios.»

«La segunda vía se basa en causalidad eficiente. Hallamos que en este mundo de lo sensible hay un orden determinado entre las causas eficientes; pero no hallamos que cosa alguna sea su propia causa, pues en tal caso habría de ser anterior a sí misma, y esto es imposible. Ahora bien, tampoco se puede prolongar indefinidamente la serie de las causas eficientes, porque siempre que hay causas eficientes subordinadas, la primera es causa de la intermedia, sea una o muchas, y ésta causa de la última; y puesto que, suprimida una causa, se suprime su efecto, si no existiese una que sea la primera, tampoco existiría la intermedia ni la última. Si, pues, se prolongase indefinidamente la serie de causas eficientes, no habría causa eficiente primera, y, por tanto, ni efecto último ni causa eficiente intermedia, cosa falsa a todas luces. Por consiguiente, es necesario que exista una causa eficiente primera, a la que todos llaman Dios.»

«La tercera vía considera el ser posible o contingente y el necesario, y puede formularse así. Hallamos en la naturaleza cosas que pueden existir o no existir, pues vemos seres que se producen y seres que se destruyen, y, por tanto, hay posibilidad de que existan y de que no existan. Ahora bien, es imposible que los seres de tal condición hayan existido siempre, ya que lo que tiene posibilidad de no ser hubo un tiempo en que no fue. Si, pues, todas las cosas tienen la posibilidad de no ser, hubo un tiempo en que ninguna existía. Pero, si esto es verdad, tampoco debiera existir ahora cosa alguna, porque lo que no existe no empieza a existir más que en virtud de lo que ya existe, y, por tanto, si nada existía, fue imposible que empezase a existir cosa alguna, y, en consecuencia, ahora no habría nada, cosa evidentemente falsa. Por consiguiente, no todos los seres son posibles o contingentes, sino que entre ellos forzosamente, ha de haber alguno que sea necesario. Pero el ser necesario o tiene la razón de su necesidad en sí mismo o no la tiene. Si su necesidad depende de otro, como no es posible, según hemos visto al tratar de las causas eficientes, aceptar una serie indefinida de cosas necesarias, es forzoso que exista algo que sea necesario por sí mismo y que no tenga fuera de sí la causa de su necesidad, sino que sea causa de la necesidad de los demás, a lo cual todos llaman Dios.»

«La cuarta vía considera los grados de perfección que hay en los seres. Vemos en los seres que unos son más o menos buenos, verdaderos y nobles que otros, y lo mismo sucede con las diversas cualidades. Pero el más y el menos se atribuye a las cosas Según su diversa proximidad a lo máximo, y por esto se dice lo más caliente de lo que más se aproxima al máximo calor. Por tanto, ha de existir algo que sea verísimo, nobilísimo y óptimo, y por ello ente o ser supremo; pues, como dice el Filósofo, lo que es verdad máxima es máxima entidad. Ahora bien, lo máximo en cualquier género es causa de todo lo que en aquel género existe, y así el fuego, que tiene el máximo calor, es causa del calor de todo lo caliente, según dice Aristóteles. Existe, por consiguiente, algo que es para todas las cosas causa de su ser, de su bondad y de todas sus perfecciones, y a esto llamamos Dios.»

«La quinta vía se toma del gobierno del mundo. Vemos, en efecto, que cosas que carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin, como se comprueba observando que siempre, o casi siempre, obran de la misma manera para conseguir lo que más les conviene; por donde se comprende que no van a su fin obrando al acaso, sino intencionadamente. Ahora bien, lo que carece de conocimiento no tiende a un fin si no lo dirige alguien que entienda y conozca, a la manera como el arquero dirige la flecha. Luego existe un ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a su fin, ya éste llamamos Dios.»

4. Los ojos de dios son los ojos de los humanos

«Los que no saben ni dicen de mí nada más que soy un ateo, saben y dicen de mí tanto como nada. El problema de si hay o no hay un Dios, la oposición de teísmo y ateísmo, pertenece al siglo XVII y al XVIII, pero ha dejado de pertenecer al XIX. Yo niego a Dios, y dicho por mí eso quiere decir: niego la negación del hombre; en lugar de la posición ilusoria, fantástica, celestial del hombre, que en la vida real se convierte necesariamente en su negación, coloco la posición sensible, real y también, como de esto se sigue de modo necesario, política y social. De modo que el problema del ser o no ser de Dios es en mí únicamente el problema del ser o no ser del hombre» (Feuerbach, 1971: 189).


5. La filosofía atea, el fin de la religión.

«El triunfo de la filosofía del ateísmo es liberar al hombre de la pesadilla de los dioses; esto significa la disolución de los fantasmas del más allá. Una y otra vez la luz de la razón ha disipado la pesadilla teísta, pero la pobreza, la miseria y el miedo han recreado los fantasmas - antiguos o nuevos, sea cual sea su forma externa, difieren poco en su esencia. El ateísmo, por otra parte, en su aspecto filosófico niega la lealtad no sólo a un concepto determinado de Dios, sino que niega toda servidumbre a la idea de Dios, y se opone al principio teísta como tal. Los dioses en sus funciones individuales no son un medio tan pernicioso como el principio del teísmo, que representa la creencia en un ser sobrenatural, o incluso omnipotente, con el poder de gobernar la tierra y el hombre en ella. Es contra el absolutismo del teísmo, su influencia perniciosa sobre la humanidad, su efecto paralizante sobre el pensamiento y la acción, que el ateísmo lucha con todo su poder.

La filosofía de Ateísmo tiene su raíz en la tierra, en esta vida, y su objetivo es la emancipación de la raza humana de todas las Deidades, ya sea judía, cristiana, musulmana, budista, Brahmana, u otra. La humanidad ha sido castigada larga y pesadamente por haber creado sus dioses; nada más que dolor y persecución han sufrido el hombre desde que los dioses comenzaron. Sólo hay una manera de salir de este error: El hombre debe romper sus cadenas que lo encadenaron a las puertas del cielo y el infierno, para poder comenzar a formar su conocimiento despertando de nuevo e iluminando concientemente un mundo nuevo sobre la tierra.

Sólo después del triunfo de la filosofía atea en las mentes y los corazones del hombre la libertad y la belleza podrán ser realizadas. La belleza como un regalo del cielo ha demostrado ser inútil. Será, sin embargo, convertida en la esencia y el ímpetu de la vida cuando el hombre aprenda a ver en la tierra el único cielo apto para el hombre. El ateísmo ya está ayudando a liberar al hombre de su dependencia hacia el castigo y la recompensa que el negocio celestial ofrece a los pobres de espíritu.»
 
Concluimos este XVIII Café Filosófico eligiendo el tema del próximo domindo 12 de diciembre:

¿Son mías mis ideas?


Referencias
Agustín de Hipona, La verdadera religión. (389)

-, Confesiones. (397 - 398) (Enlace)

Tomás de Aquino, Suma teológica. (1265 - 1274) (Enlace)

Barrio Maestre, J. Mª.: El Dios de los filósofos. Curso básico de filosofía. Madrid: Rialp, 2013, 256 páginas.ISBN: 9788432142505

Feuerbach, Prefacio, Sämtliche Werke", en Gesammelte Werke, tomo 1, Berlín: Werner Schuffenhauer. (Enlace)

La filosofía del ateísmo - Emma Goldman (Enlace)

Las filosofías ateas (Enlace)

Damasio, El error de Descartes

-, En busca de Spinoza


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