Nuestro VI vino filosófico comenzó, como es habitual, con la una cata del
vino seleccionado para la ocasión. En este caso tuvimos la suerte de contar con
Vicente Cruz, él es más que profesional del vino y tiene una gran vocación de
catador. Nos realizó una magistral clase del vino. Hablamos de las variedades
de vinos en Portugal y acabamos hablando de la que teníamos en nuestras copas.
Apreciamos, gracias a nuestro catador, ciertos sabores muy matizados e incluso percibimos, por qué no, ciertos colores que el vino nos ofrecía en su sabor.
Una vez terminada esta parte, comenzamos la habitual parte filosófica de nuestra actividad enunciando una posible definición de valentía del Diccionario Filosófico, André Comte-Sponville.
Apreciamos, gracias a nuestro catador, ciertos sabores muy matizados e incluso percibimos, por qué no, ciertos colores que el vino nos ofrecía en su sabor.
Una vez terminada esta parte, comenzamos la habitual parte filosófica de nuestra actividad enunciando una posible definición de valentía del Diccionario Filosófico, André Comte-Sponville.
Valentía (o coraje). Es
la virtud que afronta el peligro, el sufrimiento y la fatiga, que vence al
miedo, a la queja o a la pereza. Es la virtud más universalmente admirada, sin
duda desde más antiguo, y por otra parte (junto a la prudencia) una de las más
necesarias. Todas las demás, sin valentía, serían impotentes o incompletas.
Virtud cardinal, por tanto, en sentido propio, lo que confirma a su manera la
etimología (en valentía hay corazón, y en virtud hay fortaleza), y que la
experiencia no deja de recordarnos. Se debe evitar, sin embargo, el alabarla
demasiado ciegamente. Primero, porque el valor puede servir también para lo
peor; luego, porque no sustituye a ninguna de las virtudes a las que sirve. El
amor puede dar la fortaleza, pero la fortaleza no es suficiente para el amor.
Esto nos hizo barajar la idea de un concepto de
valentía entre lo racional e irracional. Observamos ciertas actuaciones y las
englobamos en un ámbito racional, irracional o una mezcla de ambos.
Además, nos planteamos qué tipos de actuaciones deberían ser denominadas valientes.
Entre ellas plantearse si un niño que toma algo que no le gusta es valiente o si mantener la cotidianidad de una vida lo es.
Tras esto analizamos qué es lo que Aristóteles considera valentía en La gran moral o Moral a Eudemo, libro primero, capítulo XIX.
Además, nos planteamos qué tipos de actuaciones deberían ser denominadas valientes.
Entre ellas plantearse si un niño que toma algo que no le gusta es valiente o si mantener la cotidianidad de una vida lo es.
Tras esto analizamos qué es lo que Aristóteles considera valentía en La gran moral o Moral a Eudemo, libro primero, capítulo XIX.
¿Quién es en general el hombre
verdaderamente valeroso? ¿Cuál es el carácter que debe tener? Para decirlo en
una palabra, el hombre valiente es el que no lo es por ninguno de los motivos
que quedan expresados, sino porque es de suyo siempre valiente, ya le observe
alguno, ya nadie le vea. Esto no quiere decir que el valor aparezca
absolutamente sin pasión y sin motivo, sino que es preciso que el impulso nazca
de la razón, y que el móvil sea el bien y el deber. El hombre que guiado por la
razón y por el deber marcha al peligro sin temerle, este hombre es valiente, y
el valor exige precisamente estas condiciones. Pero no debe entenderse que el
hombre valiente carezca de miedo en el sentido de no experimentar accidentalmente
la menor emoción de temor.
Finalizamos analizando el caso práctico que Platón nos relata en el Fedón, de cómo Sócrates toma la cicuta, un veneno que le mató y que le obligaron a tomar por la condena a muerte que le impusieron en Atenas. Esto provocó la interesante idea de si una persona que se suicida es valiente y si alguien que actúa antes por el bien de su Estado o ciudad que por su propio interés debe ser reconocido como valentía.
Sin duda, fue un buen rato agradable que pasamos en la mejor de las compañías.
Para finalizar, elegimos, por mayoría, el tema del próximo vino filosófico: La estupidez humana.
Finalizamos analizando el caso práctico que Platón nos relata en el Fedón, de cómo Sócrates toma la cicuta, un veneno que le mató y que le obligaron a tomar por la condena a muerte que le impusieron en Atenas. Esto provocó la interesante idea de si una persona que se suicida es valiente y si alguien que actúa antes por el bien de su Estado o ciudad que por su propio interés debe ser reconocido como valentía.
Sin duda, fue un buen rato agradable que pasamos en la mejor de las compañías.
Para finalizar, elegimos, por mayoría, el tema del próximo vino filosófico: La estupidez humana.
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