Ahora que ya he tocado tierra, y también he
tocado suelo, he decido que en lugar de sentirme nostálgico por lo que
pudo haber pasado y no pasó o por lo que pasó y no debió ocurrir o lo
que me hubiera gustado que pasara, tengo que hablar de aquello que pasó y me transformó mi manera de entender el mundo y la FpNN.
En mi estancia en San Luis Potosí (no, "de Potosí"). Conocí una amarga
realidad que no me ha dejado de remover el estómago y mis emociones de
manera constante: Los niños migrantes.
De tal manera, creo que es un
buen momento, mientras voy dejado que mis palabras vuelvan a adquirir
su significación, que relate aquella experiencia que he tenido y que
invitaría a tanta gente a vivir.
Nuestro propósito, el de
Víctor Hugo Galván Sánchez y el mío, era realizar unos talleres
normales, con la total normalidad que propone la Filosofía para Niños y
Niñas.
Para nuestra sorpresa, el primer día observamos que ni el
tema ni la metodología empastaban bien con el propósito que teníamos.
Mientras me di cuenta de esto, traté de fijarme en que el proceso fuera
lo mejor posible, pero me fue imposible porque el tema, los sueños, me
estaba traumando un poco en base a lo que los participantes nos
relataban. De hecho, aquella mañana, víctima de mi propia derrota y de
mi derrotismo, caí dormido, profundamente...
Una vez que me
recompuse, que volví a reconfigurar el objetivo de FpNN en ese contexto,
al día siguiente, le propuse a Víctor volver a realizar otro y hacerlo
de una forma novedosa, casi extraordinaria, utilizando un tema que
pudiera ser bueno, pudiera ser (llamadme loco) hasta terapéutico:
hablamos de los superhéroes.
Este tema, en esta segunda vez,
facilitó mucho el diálogo puesto que teníamos claro qué debíamos hacer y
cómo lo haríamos: elegiríamos a un superhéroe o superheroína hecha a
nuestra medida, con súper poderes que vencieran todo aquello que nos
hacía mal y a un supervillano que le acompañara.
No paramos de
reírnos de las creaciones, habíamos elaborado algo grande y sin darnos
cuenta, estábamos dando la patada a nuestras dificultades en base a
nuestra propia voluntad.
Algunos de los niños migrantes creaban
superhéroes que lejos de ayudarles a sus propios deseos egoístas (esto
me sorprendió mucho), ayudaban a todo el mundo, ¿cómo? Con comida, ropa,
felicidad, recomponiendo el equilibrio de la tierra, etc.
Esta
realidad es tan compleja que el nivel filosófico acaba pronto, tal vez
si pudiera hablar en voz de un psicólogo/a, sociólogo/a, etc. Podría
describir mucho más el impacto y las buenas sensaciones de la actividad.
Por mi parte conseguimos un reto: crear algo en base a preguntas, algo
nuestro, personal y que nos facilitara entender y vencer lo malo de la
realidad, al menos, por un momento.
Insisto que agradezco esta
experiencia al citado Víctor, a Rodolfo Parra, quien facilitó la
realidad de la actividad y a Cáritas que no puso ningún inconveniente en
llevarla a cabo.
Espero y deseo que se siga haciendo con el fin de
encontrar mayores beneficios en estos pequeños seres que poco han hecho a
la vida para que se les trate tan mal.
Mi conclusión y
moraleja es sencilla: La FpN tiene mucho que hacer en realidades donde
el dinero poco importa, porque lo único que tiene valor es la vida.
El filósofo y la filósofa, ya muy maltratados por esta sociedad
hipercomercialziada deben romper las barreras, siempre y cuando pueda
hacerlo, para hacer llegar esto a la gente. Aunque las instituciones
públicas miren para otro lado y no den financiación.
Saludos.
Koiné: Lengua común que se establece unificando los rasgos de diversas lenguas o dialectos. Pretende generar actividades de Filosofía aplicada y prácticas filosóficas en personas de todas las edades.
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La filosofía no promete asegurar nada externo al hombre:[...] el objeto del arte de vivir es la propia vida de cada cual. |
Epicteto |
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