Índice de contenidos:
- Los tres tipos de locura según Erasmo.
- Voltaire y la locura
- La historia de la locura en Europa por Foucault
- La enfermedad mental hoy.
Empezamos, como es costumbre, con un disparador reflexivo que nos ayudará a posicionar el tema y a plantear nuestros puntos de partida. En esta ocasión hemos pedido que escuchen el capítulo 4 del audio libro de Ángel Martín, Por si las voces vuelven. Aquí habla el humorista y guionista de su experiencia con las señales y cómo pueden relacionarse una de las manifestaciones de un incipiente brote psicótico que él padeció en 2017.
0. Disparador
Pedimos a las/los participantes que ordenaran de "+ relación" con "- relación" la serie de palabras que el autor va mencionando en este capítulo.
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Ordena de mayor a menor los conceptos que crees que están más o menos relacionados con la locura.
1. Los tres tipos de locura según Erasmo.
«Hay, pues, dos especies de locura: Una es la que las crueles furias lanzan desde los infiernos, como serpientes, para encender en los pechos de los mortales el ardor de la guerra, o insaciable sed de oro, o amor indigno y funesto, o el parricidio, el incesto, el sacrilegio o cualquier otra calamidad, y también cuando hacen sentirse al alma culpable y contrita enviando contra ella furias y fantasmas.
Pero hay otra locura muy diferente de ésta, que mana directamente de mí y que es digna de ser deseada en grado sumo por todos. Se manifiesta por cierto alegre extravío de la razón, que libera al alma de cuidados angustiosos y la perfuma con múltiples voluptuosidades. Tal extravío de la razón es el que deseaba Cicerón como magno beneficio de los dioses, según carta escrita a Ático, para perder la conciencia de tantos males. Tampoco lo lamentaba aquel ciudadano de Argos que había estado loco y se había pasado todos los días sentado solo en el teatro riendo, palmoteando, divirtiéndose, porque creía contemplar admirables tragedias, aunque de hecho no se representaba nada. Todo ello, al tiempo que se conducía correctamente en los deberes de la vida y era «agradable a los amigos, complaciente con la mujer, indulgente con los siervos y no se encolerizaba porque le destapasen una botella». Comoquiera que le librase la familia de la enfermedad a fuerza de medicamentos, dijo así a los amigos, cuando hubo vuelto del todo a sus cabales: «Por Pólux, que me habéis matado, amigos. Nada me habéis favorecido arrebatándome así aquel placer extirpando a viva fuerza aquel gratísimo error de mi mente».
Erasmo de Rotterdam, Elogio de la locura, Cap. XXXVIII, 1511.
2. Voltaire y la locura
«¿En qué consiste la locura? En tener ideas incoherentes y en obrar con incoherencia. ¿Desea conocer la locura el más sabio de los hombres? Pues reflexione en la ilación de sus ideas durante sus sueños. Si hace laboriosamente la digestión por la noche, un montón de ideas incoherentes le agitan: parece que la Naturaleza nos castigue por haber comido demasiado o por haber escogido mal los alimentos, haciendo velar nuestros pensamientos, porque cuando dormimos sólo pensamos cuando hicimos una mala digestión. Los sueños que nos inquietan son realmente una locura pasajera. La locura que nos asalta cuando velamos es también una enfermedad que impide al hombre necesariamente pensar y obrar como los demás hombres. El que no puede administrar sus bienes, la ley le impide que los administre; el que no tiene ideas que convengan a la sociedad, lo excluyen de ella; si es peligroso, lo encierran; si está furioso, lo atan. Algunas veces le curan haciéndole tomar baños, otras le sangran.
El loco es un enfermo cuyo cerebro padece, como el que tiene gota es un enfermo que padece de los pies y de las manos, pensaba con el cerebro como andaba con los pies, sin conocer siquiera que estaba dotado del poder incomprensible de andar y del poder no menos incomprensible de pensar. Puede tenerse gota en el cerebro como en los pies. Después de meditar mucho sobre esta materia, quizás únicamente la fe pueda convencernos de que una sustancia simple e inmaterial pueda estar enferma.»
Voltaire, Diccionario filosófico, 1764.
3. La historia de la locura en Europa por Foucault
«Al enfermo se le expulsó de los límites de la ciudad para no ver en él la escandalosa expresión de las contradicciones que han hecho posible su enfermedad y que constituyen la realidad misma de la enfermedad social»
Foucault, M., Enfermedad mental y personalidad, 1954.
La locura, cuya voz el Renacimiento ha liberado, y cuya violencia domina, va a ser reducida al silencio por la época clásica, mediante un extraño golpe de fuerza. En el camino de la duda, Descartes encuentra la locura al lado del sueño y de todas las formas de error. Esta posibilidad de estar loco, ¿no amenaza con desposeerlo de su propio cuerpo, como el mundo exterior puede ocultarse en el error o la conciencia dormirse en el sueño? «¿Cómo podría yo negar que estas manos y este cuerpo son míos, si no, acaso, comparándome a ciertos insensatos cuyo cerebro está de tal modo perturbado y ofuscado por los vapores negros de la bilis que constantemente aseguran ser reyes cuando son muy pobres, estar vestidos de oro y púrpura cuando están desnudos, o cuando imaginan ser cántaros o tener un cuerpo de vidrio?».
[...]
La locura ya no hallará hospitalidad sino entre las paredes del hospital, al lado de todos los pobres. Es allí donde la encontraremos aún a fines del siglo XVIII. Para con ella ha nacido una sensibilidad nueva: ya no religiosa, sino social. Si el loco aparece ordinariamente en el paisaje humano de la Edad Media, es como llegado de otro mundo. Ahora, va a destacarse sobre el fondo de un problema de “policía”, concerniente al orden de los individuos en la ciudad. Antes se le recibía porque venía de otra parte; ahora se le va a excluir porque viene de aquí mismo y ocupa un lugar entre los pobres, los míseros, los vagabundos. La hospitalidad que lo acoge va a convertirse —nuevo equívoco— en la medida de saneamiento que lo pone fuera de circulación. En efecto, él vaga; pero ya no por el camino de una extraña peregrinación; perturba el orden del espacio social. Despojada de los derechos de la miseria y robada de su gloria, la locura, con la pobreza y la holgazanería, aparece en adelante, secamente, en la dialéctica inmanente de los Estados.
Michel Foucault, Historia de la locura en la época clásica, 1961.
«Al enfermo se le expulsó de los límites de la ciudad para no ver en él la escandalosa expresión de las contradicciones que han hecho posible su enfermedad y que constituyen la realidad misma de la enfermedad social»
Foucault, M., Enfermedad mental y personalidad, 1954.
La locura, cuya voz el Renacimiento ha liberado, y cuya violencia domina, va a ser reducida al silencio por la época clásica, mediante un extraño golpe de fuerza. En el camino de la duda, Descartes encuentra la locura al lado del sueño y de todas las formas de error. Esta posibilidad de estar loco, ¿no amenaza con desposeerlo de su propio cuerpo, como el mundo exterior puede ocultarse en el error o la conciencia dormirse en el sueño? «¿Cómo podría yo negar que estas manos y este cuerpo son míos, si no, acaso, comparándome a ciertos insensatos cuyo cerebro está de tal modo perturbado y ofuscado por los vapores negros de la bilis que constantemente aseguran ser reyes cuando son muy pobres, estar vestidos de oro y púrpura cuando están desnudos, o cuando imaginan ser cántaros o tener un cuerpo de vidrio?».
[...]
La locura ya no hallará hospitalidad sino entre las paredes del hospital, al lado de todos los pobres. Es allí donde la encontraremos aún a fines del siglo XVIII. Para con ella ha nacido una sensibilidad nueva: ya no religiosa, sino social. Si el loco aparece ordinariamente en el paisaje humano de la Edad Media, es como llegado de otro mundo. Ahora, va a destacarse sobre el fondo de un problema de “policía”, concerniente al orden de los individuos en la ciudad. Antes se le recibía porque venía de otra parte; ahora se le va a excluir porque viene de aquí mismo y ocupa un lugar entre los pobres, los míseros, los vagabundos. La hospitalidad que lo acoge va a convertirse —nuevo equívoco— en la medida de saneamiento que lo pone fuera de circulación. En efecto, él vaga; pero ya no por el camino de una extraña peregrinación; perturba el orden del espacio social. Despojada de los derechos de la miseria y robada de su gloria, la locura, con la pobreza y la holgazanería, aparece en adelante, secamente, en la dialéctica inmanente de los Estados.
Michel Foucault, Historia de la locura en la época clásica, 1961.
4. La enfermedad mental hoy.
Según Navarro Moreno y Olmo López (2015), el término “loco” se suele utilizar para definir a una persona que presenta un comportamiento distinto de las normas sociales establecidas, debido a un trastorno de las facultades mentales que impide el funcionamiento normal de la razón y el sano juicio.
El concepto de locura ha variado con el paso del tiempo. A principios del siglo XIX comenzó una nueva tendencia, denominada “tratamiento moral”, que pretendía la mejora de los enfermos mentales internados. Este tratamiento decía que los enfermos debían ser tratados con mayor respeto y dignidad y no con cadenas y castigos.
A día de hoy existen guías sobre los trastornos mentales y su tratamiento adecuado para periodistas. Existe un mejor conocimiento de la enfermedad, de cómo puede afectar. Aun así, los trastornos mentales aún son poco entendidos, ya que las personas no ven en los enfermos una insuficiencia física y por lo tanto reciben un trato de miedo, indiferencia, burla o como si fueran culpables de sufrirlo. El trato que han recibido los enfermos mentales durante siglos parte de una imagen negativa como consecuencia del desconocimiento de la sociedad, ya sea por la falta de tratamientos adecuados o de recursos asistenciales.
En la actualidad, según la investigación de Magallares Sanjuan (2011), las personas aquejadas por enfermedades mentales sufren discriminación en el trabajo, en las relaciones interpersonales, en los propios hospitales y en los medios de comunicación.
Según el estudio de 2019 “Salud mental e inclusión social. Situación actual y recomendaciones contra el estigma” de la Confederación de Salud Mental España queda reflejado que los estereotipos sobre estos enfermos siguen existiendo y en algunos casos se han convertido en un “estigma” de difícil superación para los afectados. La sociedad ha consumido en muchas ocasiones lo que los medios de comunicación han reproducido durante décadas, es decir, una falsa imagen de la enfermedad centrándose en lo más morboso.
Estos pensamientos se han inculcado mucho en la sociedad, a pesar del gran avance en los tratamientos, terapias y recursos en estas enfermedades y, por ende, siguen relacionadas con pensamientos negativos a causa de lo que se ha considerado sobre ellas históricamente.
Ángela Guerra Alonso. Las enfermedades mentales: Concepto, percepción social y tratamiento mediático. TFG, 2021. Universidad de Valladolid
Finalizamos la actividad eligiendo la fecha y el tema del Café Filosófico nº XXI.
Domingo, 20 de febrero a las 17:00 (hora española)
"¿Qué es la belleza?"
Referencias
Erasmo de Rotterdam, Elogio de la locura, Cap. XXXVIII, 1511.
Voltaire, Diccionario filosófico, 1764.
Foucault, M., Enfermedad mental y personalidad, 1954.
Ibíd., Historia de la locura en la época clásica, 1961.
Ángela Guerra Alonso. Las enfermedades mentales: Concepto, percepción social y tratamiento mediático. TFG, 2021. Universidad de Valladolid
Referencias dentro de la actividad
https://es.wikipedia.org/wiki/Capitalismo_y_esquizofrenia
https://books.google.com/books/about/Foucaultiana.html?hl=es&id=orVVEAAAQBAJ
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